Y el latín, ¿para qué?…¿Y el griego?

En mi corta experiencia como alumna de la opción de Humanidades ofertada en nuestro instituto, y que escogí cuando aún era estudiante de la E.S.O., las asignaturas que se desprecian más, tal vez tras las de Ética y Filosofía, son Latín y Griego. No ha habido curso durante el cual no se formulara (y más de una vez) la pregunta que siempre le pasa por la cabeza a cualquier persona/estudiante que tiene los pies en este mundo materialista y la cabeza en lo que resulta útil y lo que no (o lo que él o ella consideran útil…): “Profesor, ¿para qué sirve el latín?”. Y entonces te miraba, tal vez sonreía de forma casi fingida, como disculpándose ante algo que era muy complejo de explicar, ante algo que abarcaba todos los cimientos del lenguaje actual, y sólo algunos (me auto consuelo pensando que hay más de uno) valoran la dimensión social de grandes proporciones que han tenido tanto el griego como el latín en la formación del lenguaje, del pensamiento, de la razón, de lo que somos. Y es que decía Aristóteles, filósofo griego: “Antropos zoon politikón estin”, o lo que es lo mismo, “el hombre es un animal político”, y una de las pruebas de que el hombre lo es, es el lenguaje. El hombre desarrolló el lenguaje con un fin: comunicarse. ¿Os podéis imaginar por un momento cómo sería vivir sin comunicarnos? Bueno, tal vez sí. Actualmente es mucho más sencillo, porque estamos perdiendo las raíces que nos unían como familia humana, porque estamos pecando de individualismo exacerbado, y la palabra o logos se infravalora.

Pero dejando atrás divagaciones sobre la sociedad actual, pasemos a responder la pregunta del millón: “¿Para qué sirven el latín y el griego?” En primer lugar, si eres un lector que formas parte de la comunidad científica o eres un alumno de la opción de Ciencias no peques de creer que tienes demasiada razón y tampoco caigas en el error de creer que las lenguas clásicas son inútiles, porque incluso en el campo científico se utilizan. Si sufres cefalea, otitis, litiasis, gastroenteritis, taquicardia, faringitis, laringitis, sinusitis o cualquier otra enfermedad de nombre “raro”, acudes al médico, que conoce todos estos términos que, por cierto, provienen del griego y del latín. Pero no sólo los nombres de enfermedades o patologías, sino también la denominación de cada especialidad médica y la infinidad de fobias que existen: podólogo, odontólogo, pediatra, ginecólogo, logopeda, psicólogo, psiquiatra, claustrofobia, agorafobia, aerofobia, fotofobia, fotofobia, etc. Como podéis ver, los hospitales y los centros de salud son un hervidero bullente de términos clásicos. Pero no nos remitimos sólo a los confines de la salud, sino también a los de la naturaleza y los mismos nombres de las ciencias (tecnología, geología, biología, física…). ¿No es cierto que cada animal, cada planta tiene su nombre científico? Y, sorpresa: están expresados en latín. Porque el latín, no hace mucho tiempo, era la lengua común en la mayor parte de Europa, y el ilustre botánico sueco Linneo comenzó a nominalizar las plantas con términos latinos para que no hubiera confusiones entre unos estados y otros.

 

Sigo sin convenceros mucho, ¿verdad? Os seguiréis haciendo la misma pregunta y, además, pensaréis: “de acuerdo, todo esto que estás diciendo está muy bien pero ¿para qué sirve realmente si en un futuro no me va a dar de comer?”. Como dicen los profesores de Filosofía: “nuestra asignatura no sirve para nada”. Pues con el latín y con el griego pasa lo mismo. Para aquellos que formulan la repetitiva pregunta les responderé que no, que no sirve para nada si continúan encerrados en su propia burbuja materialista. Y me preguntaba a mí misma: “¿de verdad no sirven para nada? ¿No sirven para convertirnos en mejores personas, en personas más cultas? ¿No nos facilita el trabajo?”. Haced memoria, alumnos de Humanidades, recordad cuánto vocabulario conocíais antes de comenzar a aprender latín y griego. Una vez que lo hayáis analizado pensad cuántas palabras nuevas habéis aprendido mediante etimologías y traducciones de textos en estas lenguas “inútiles”. ¿Qué descubrís? Que podéis leer un informe médico de cualquier consulta a la que asistáis y que podréis deducir algunas palabras por su conexión clásica. Que en una página de un libro no entendéis una palabra y podéis absteneros de buscarla en el diccionario o en la enciclopedia al saber su proveniencia. Descubrís que en el proceso de aprendizaje y asimilación de esos difíciles términos ahora sois personas más llenas, que podéis sentiros plenos de conocimiento, al menos por ahora. Y no sólo nos es favorable para el vocabulario, ¿qué me decís de sintaxis? ¿Y de expresión escrita? La riqueza de las traducciones de textos clásicos es tan grande que, desentrañando sus misterios, podemos adentrarnos en un mundo totalmente diferente, en nuevas ideas, en nuevos pensamientos, en nuevas expresiones, y todas ellas, tomarlas para usarlas en nuestra vida cotidiana y en otras asignaturas, para poder ser personas con una amplia formación académico-lingüística.

Ahora que creo que habré despertado vuestras mentes sumidas en el sopor del materialismo y la ceguera (al menos un poco), formularé otra pregunta nueva: “¿son entonces realmente el latín y el griego lenguas muertas?”. Habiendo visto que la mayoría de tecnicismos provienen del griego y que casi todas las palabras del castellano son hijas del latín, podemos afirmar que no es así. Las denominan lenguas muertas porque no se hablan, porque no se utilizan para la comunicación oral. ¿Acaso los textos que aún conservamos de Cicerón, de César, de Platón, de Aristóteles, de San Agustín de Hipona, etc. no son una forma más de comunicación? Y su información nos llega de forma directa, por vía escrita, gracias a los forenses del lenguaje, los traductores e investigadores, que con un bisturí y mucho pulso descifran los secretos más ocultos de las lenguas de la actualidad conociendo su historia y basándose en sus raíces. En la actualidad hablamos griego y latín, un griego y latín modificado: el castellano en el caso de España e Hispanoamérica, el italiano en el de Italia, el francés en Francia, el portugués en Portugal y Brasil, etc. ¿Por qué seguimos pensando que no sirve para nada si nos enriquece como personas, si enriquece nuestro lenguaje y nuestra expresión a la hora de comunicarnos? Una nube de indiferencia, ignorancia, pasividad, materialismo y tendencia a permitir nuestra manipulación, sobre todo en el caso de los adolescentes, provoca que perdamos nuestras raíces, las raíces de nuestra lengua, las raíces de nuestro pensamiento…y desaparezcamos como personas.

Acerca de María EEHH

Matrícula de Honor en Bachillerato Humanístico (2012), férrea defensora de las mal consideradas "lenguas muertas" y de la cultura hispánica, ahora Graduada en Estudios Hispánicos: Lengua Española y sus Literaturas (2012-16) por la Universidad Autónoma de Madrid. Actualmente, estudiante de Máster en Literaturas Hispánicas: Arte, Historia y Sociedad (UAM) y de Máster en Formación e Investigación Literaria y Teatral en el Contexto Europeo (UNED). Hago lo que puedo escribiendo.
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30 respuestas a Y el latín, ¿para qué?…¿Y el griego?

  1. Ana Ovando dijo:

    Estupendo alegato, enhorabuena. Con tu permiso, se lo mostraré a mis alumnos para cuando les dé el momento de bajón, seguro que tus palabras les ayudan.

    • poetaverbi dijo:

      ¡Por supuesto, me haría mucho ilusión que lo utilizaras! Al principio pensé que eran simples reflexiones de alumna de 2º de bachillerato extasiada por todo el tema de la PAEG y obsesionada con Saturno, con el tiempo, pero se lo han leído varias personas y dicen que les ha gustado mucho.

      A veces se pierde la ilusión en muchos aspectos, y 2º de bachillerato es un curso difícil. La fuerza de voluntad debe ser durante todo el curso precisamente eso: fuerza. Y lo que menos tenemos es fuerza cuando se trata de estudiar (en la mayoría de los casos, porque yo soy un alienígena extraño, según mis compañeros).

      Llevo mucho tiempo escribiendo, pero nunca me había lanzado a escribir artículos de opinión, y me ha salido bien la cosa. Probablemente publicaré más de una a partir de ahora.

      Un saludo muy cálido, suerte para tus alumnos y te felicito por tu blog, que me he tomado la libertad de echarle un vistazo.

      Valete!

  2. Pepa Botella dijo:

    Estupendo artículo y estupenda reflexión.

    • poetaverbi dijo:

      Muchísimas gracias por tus halagos, Pepa. ¡Habéis sido muy rápidas! Poco después de publicarlo, ya estabáis aquí comentando, al pie del cañón. Espero que sigas pasándote por aquí, y espero seguir satisfaciendo vuestras ansias de opinión y saber. Repito: muchísimas gracias. Estas cosas son muchas veces las que me hacen caminar hacia delante.

  3. Luis dijo:

    ¡Gracias por tus palabras! Verdaderamente son atinadas y oportunas. Te felicito porque crees sinceramente en lo que dices. Me permitiré difundirlas por las redes sociales.
    Un saludo cordial.
    Luis.

    • poetaverbi dijo:

      Gratias tibi, Luis!

      Debo decir que no esperaba que este artículo tuviera tanta fama. Sólo lleva un día publicado y ya he acumulado unos nueve comentarios. Como ya le he dicho antes a Pepa, esto me infunde renovadas energías para escribir artículos de opinión, un género en el cual no me había atrevido a adentrarme…

      Por cierto, a tu disposición para lo que desees. Eso sí, si la difundes al menos dime dónde, ¡pasa saber hasta donde llegan mis ideas! Es emocionante.

      Un saludo~~

      María.

  4. Beatriz dijo:

    Me sumo a las felicitaciones. Como profesora de latín y griego constantemente he de hacer frente a la pregunta del millón «¿para qué sirve esto?»; ahora, con tu permiso, utilizaré tus palabras ante mis alumnos.

    • poetaverbi dijo:

      ¡Vaya, cuántos profesores veo por aquí! De hecho, creo que a mí también me toca felicitaros a los docentes de clásicas. Hacéis un trabajo maravilloso para que los alumnos se interesen por esto.

      La verdad es que esta pregunta me pone muy, muy rabiosa, así que no se me ocurrió otra cosa que escribir un artículo de opinión para la revista de mi instituto.

      ¡Un saludo y ya me contarás qué te dijeron tus alumnos!

  5. Álvaro dijo:

    Como Ana, también se lo haré llegar a mis alumnos del MGB de A Estrada, Pontevedra!

  6. Nadie dijo:

    Y ya no sólo, querida estudiante, por el mero conocimiento cultural de las palabras, o por curiosidad filológica (ese placer de descubrir cómo un texto va organizándose sobre sí mismo, para llegar al fin a contener un significado, y así explicar la realidad o recrearla).

    Sobre el primer párrafo, te añado que, como decía Heráclito, «a todos común es la razón». Razón a la que él llamaba lógos, pero que equivale a palabra, a pensamiento. Pero, añadía, los hombres yerran cuando creen tener por «propio el pensamiento». O sea, cuando en vez de creer que participan de la razón común, creen que tienen «ideas propias», que su inteligencia, como el patio de su casa, es particular. Que son individuales. No sé si me explico, pero algo parecido has dicho tú con esa queja lógica sobre el individualismo.

    Sobre lo demás… explicitar que ese «no vale para nada» que con tanta frecuencia se escucha, en realidad quiere decir mucho más. Eso significa, pero dicho de modo ladino, que «no es rentable». Y ahí tienes entonces el baremo del criterio de utilidad: «Que no te va a dar dinero». Pues, si uno estudia por placer, ¿de qué vale? Si uno, incluso, ni siquiera sabe por qué estudia, pero algo bueno tiene porque le gusta sin saber muy bien la razón, ¿de qué vale? Nada, nada, inutilidades. Lo útil, dicen «ellos», es lo que te va a dar un buen Futuro, un buen Trabajo, un buen Sueldo, una buena posición social: o sea, lo que te va a dar Dinero.

    En nombre del vil Dinero que esclaviza a los hombres ponen ellos el criterio de utilidad.

    Pero fíjate también cómo las palabras vivas de los muertos, mucho más vivas que las de los vivos que no saben que están muertos, cómo esas palabras de Virgilio, Lucrecio, Homero, Safo de Lesbos, Sófocles, Lucano o Platón, se alzan sobre el tiempo para enseñarnos que la vida es mucho más, que el lenguaje es el modo único de pensar y de sentir.

    La precisión que dices (al expresarse) se la encuentra uno en cuanto habla con sencillez y busca el nombre de las cosas. En ese sentido, conocer el latín y el griego -y dejando aparte la belleza que cada lengua pueda a uno aportarle- es bueno cuando ayuda a ver cómo la Realidad depende por completo de la lengua en que ande uno metido. Un ejemplo: la palabra «éstin», «es», también puede traducirse como «hay». Pero no como «existir». Pues «es» o «hay» indican la presencia de «algo», muy vagamente. Son verbos que no tienen significado. Están como señalando a «un afuera». «Es mi prima», «Hay vino en la despensa».
    Pero «existir» es un verbo medieval creado en las escuelas de teología, y además de indicar, quiere decir que algo «es una cosa bien definida, y no otra cosa». Compara «Mi prima, existe», con «Es mi prima».
    Sólo gracias a ver cómo otras lenguas organizan la Realidad, es como se compara con cómo nosotros recreamos la nuestra.

    Y un apunte algo pedante que, espero, no tomes a mal. O mejor, una sana advertencia: evita el uso de la palabra «persona». Como sabrás, o sospecharás, «persona» significaba ‘máscara’ en latín: era la que usaban los actores para las representaciones. En castellano su uso como «ser humano» viene desde arriba, desde el Poder, y está hecho para leyes y decretos. Se trata de la parte social de todos nosotros, la parte sometida a leyes, futuros, instituciones o dineros. Es el «yo social», que es una máscara porque muchas veces es mentiroso.

    Yo, la verdad, no sé si soy persona o si soy otra cosa. En soledad, cuando uno habla consigo mismo, nunca piensa «yo soy una persona». Se trata de una dignidad que a nadie le hace falta. (Por eso yo mismo, en mis comentarios, me llamo «Nadie»).

    Más bonito, y más preciso, retomando a Heráclito, sería decir «yo soy como todos, y todos son como yo, porque el lenguaje es común a todos, y es tan mío como de los demás». Recuerda que la palabra «yo» la usa siempre el que está hablando en ese momento, y que, por lo tanto, no es de nadie, pues es de todos. Da igual la «máscara» o la «persona» que seas: Presidente de USA, Director de la RAE, mendigo, ama de casa, extranjero iletrado en nuestra lengua… «yo» es una palabra común a todos.

    Felicidades por el post, y por el blog en general. Da gusto ver cómo la juventud y el sentido común se abren paso a través incluso de toda la estupidez que con tanta frecuencia nos asedian.

    Un saludo!

    • poetaverbi dijo:

      No tengo palabras apenas para expresar mi alegría, mi expectación, mi agradecimiento. No sólo esperaba halagos sobre mis opiniones, y leer una crítica como esta me ha aportado muchísimo más para mi aún poco amueblada mente. Siempre estoy dispuesta a los «apuntes pedantes», Nadie. En realidad, no ha sido nada pedante, y tienes toda la razón, nunca lo habría dicho mejor. El artículo está dirigido a la publicación del número de enero en la revista online de mi instituto. Nunca me había atrevido a escribir algo de esta índole, y no me ha ido muy mal, ¿no? ¡Espero mejorar a partir de ahora!

      ¡Muchísimas gracias por tu crítica! Así da gusto moverse por Internet, oye.

      ¡Un saludo desde Toledo!

  7. Carmen dijo:

    Felicidades, con tu permiso lo usaré y se lo pondré a mis alumnos; me encanta lo que piensas, es una gran alegría para cualquier profesor ver cómo sus alumnos han entendido la importancia de unas lenguas «muertas» para muchos, cuando están «tan vivas».

  8. Olga Díez dijo:

    Los míos lo tienen claro: les sirve para no estudiar matemáticas… luego poco a poco la riqueza y sobre todo la pertinencia del latín y del griego los va seduciendo. O al menos eso me gustaría creer. Gracias por este artículo que nos refuerza la fe en aquello que más nos gusta… a los profesores de clásicas y a bastante de sus alumnos.

  9. Mariano de Pedro dijo:

    Me ha encantado tu capacidad de entender el valor de estas lenguas, que, como tú bien dices, son lenguas vivas y coleando, por las razones que tú muy bien has expuesto y además porque las lenguas evolucionan: el griego clásico ha ido evolucionando hacia el griego moderno y se sigue hablando en Grecia; el latín clásico ha evolucionado y se sigue hablando en Italia, Portugal, Francia, España y en muchos otros países. He escuchado a muchos periodistas decir que valoran mucho sus conocimientos de las lenguas clásicas para el ejercicio del periodismo, como instrumento para expresar mejor la realidad que ven. Lo mismo para los profesionales del Derecho, Medicina, etc… Pero incluso hay infinidad de textos filosóficos y científicos escritos en Latín y en griego. Por poner algún ejemplo: «Philosophiæ naturalis principia mathematica» de I. Newton (1687) o los «Principia Mathematica» de Bertrand Russel (1910) o Alfred North Whitehead (1913). El discurso científico del XVI y XVII era escrito en lengua latina (famosa es la frase de R. Descartes «Cogito, ergo sum», a pesar de que él su obra la escribió en Francés). Cualquier investigador, que se precie, si quiere ir a las fuentes, debe tener conocimientos de las lengua latina, también del Griego. Porque puestos a decir «tonterías» ¿para qué sirven las matemáticas, o el arte, o la historia, u otras?

  10. Precioso alegato a favor, no sólo de estas lenguas tan «vivas» sino de toda la cultura clásica, Me he permitido reproducirlas en nuestro grupo de Arraona Romana, o sea que un montón de gente de todo el mundo las va a leer (espero sepan utilizar el traductor), Sigue así y vaya futuro te espera, Incorporo tu pàgina web a la nuestra y te seguiré con interés (www.arraonaromana.org)
    http://www.facebook.com/groups/39102079582/

  11. Yo como alumno que sí es verdad que muchas veces siento (y sentiré) que estoy echando a perder mi vida (por fuerte que suene, tampoco os lo toméis a la tremenda) por estar estudiando Latín y Griego, tengo que decir que no he leído nada nuevo aquí. Que por otra parte, «volver a» leer algo así anima un poco.

    Quizás en los momentos en que más me alegro de estar estudiando ambas, que desde luego no es en clase, es cuando pienso en la genalidad, la magia que tiene estar estudiando algo cuyo valor está tan denostado socialmente, que cada uno ha de descubrirlo por sí mismo, sin otra solución posible. Con ayuda si hace falta, claro, pero o le das al coco o te va a pasar como a mí que a veces me pasa que me siento un inútil por estar estudiando Humanidades. Influye también, y mucho, diría yo, el estar estudiando ambas por el «tradicional» método gramática-traducción, horrible despropósito educativo gracias al cual, en parte, el estudio de las lenguas clásicas está como está. Creo que TODOS, antes de empezar el estudio del latín, si no teníamos ninguna referencia previa como es mi caso, nos esperábamos aprender a hablar latín, a escribirlo, a leer a los autores… y llegar a clase y darte cuenta poco a poco de que vas a aprender muchas cosas excepto eso es ciertamente desalentador.

    Pero en fin, en esos momentos en que pienso que estoy haciendo lo más inútil que el sistema educativo ofrece, lo peor hecho ya desde la propia propuesta didáctica, si me queda un poquito de ánimo me siento afortunado de estar estudiando algo que merece darle tantas vueltas y tanto esfuerzo mental valorarlo, saber de qué va la cosa, en qué consiste todo esto y por qué no se lo valora.

    Esa cosita especial que tiene uno dentro, esa magia, esa genalidad podríamos decir, requiere un recorrido personal importante, pensar mucho, tener una cierta sensibilidad de la que presumen los estudios humanísticos. Y eso no lo tiene cualquiera. Olé al latín y al griego.

  12. También quiero expresar mi sorpresa, desacuerdo y decepción con que esa sensibilidad que tan alto valor humano parecen ofrecer los estudios humanísticos sea motivo de presumir para los encargados de la enseñanza de las dos amigas.

    Y tengo que decir el por qué, cosa que hace unas semanas hablé con un amigo poeta que está de acuerdo conmigo. En este razonamiento también incluyo a la asignatura de Lengua y Literatura: Analizar sintácticamente una frase no es entenderla. En el caso de la asignatura de Lengua, analizar lingüísticamente un texto no tiene nada que ver con entender lo que el autor quería decir. Mi amigo poeta me decía que eso no se debería enseñar en clase porque no le importa a nadie, por un lado, y porque no tiene ninguna relación con la comprensión de la obra, por otro. En su opinión, los autores sí que deben conocer las normas de métrica de poemas, de rima, los tipos de estrofas… sobre el análisis lingüístico no me dijo nada, pero vaya, es más de lo mismo pero peor.
    Pero los autores, no los lectores, si no quieren. ¿A mí qué me importa el análisis lingüístico y estilístico de un poema? ¿acaso eso me ayuda a ver más allá de lo que veo leyéndolo sin más?

    No me quiero enrollar mucho porque es tarde, tengo sueño y ya no sé ni lo que digo, pero el caso del latín y del griego es aún peor: la sensibilidad humana de la que por lo menos mi profesora presume, consiste en analizar sintácticamente una frase, buscar todas las palabras que la componen en el diccionario, y en base a eso traducirla a tu lengua porque si no ya me dirás cómo vas a entender la frase. Además que no te hace falta porque nadie habla latín, y así es más cómodo, traduciéndolo. Yo por cosas como ésta a veces incluso me extraño de que no demos el griego con el alfabeto adaptado, razonando que «el alfabeto original 1º no se usa más que en Grecia, y la Grecia moderna a los estudiantes de griego clásico nos importa cerca de nada, y 2º es más difícil de enteder, y para leer un texto lo mismo te da leerlo en transcrito que en original». Esperemos que mi predicción nunca llegue a salir de mi mente, claro.

    A medida que escribo me asqueo de mi pésima capacidad de síntesis y buena redacción. No lo achacaré al cansancio porque él no tiene la culpa, pero trataré de concluir lo más dignamente que pueda: Conocer los fundamentos morfológicos y sintácticos de una lengua es algo necesario, imprescindible para una persona que quiera presumir de docta en materia filológica, «erudita», palabra tan controvertida. Pero esos fundamentos morfológicos y sintácticos no son ni mucho menos la esencia de lo que la lengua quiere transmitir. Imprescindibles, sí, pero estoy seguro de que una persona que lea un texto en castellano y le ponga empeño en entender su significado filosófico o algo más allá de lo coloquial que te haga pensar, podrá hacerlo sin saber que el -ba- que aparece en todas las personas del pretérito imperfecto de indicativo se llama «sufijo temporal modal» y que va seguido de las desinencias personales «-ø -s -ø -mos -is -n».

    Lo mío debe ser un cacao de ideas… encima creo que no me he explicado, pero como vosotros sois tan listos y sabéis entender los textos tan bien, confío en que quien ponga empeño en entender lo que quise decir, lo entienda. Qué egocéntrico suena todo esto. Y a dormir que es tardísimo y mañana hay clase.

    Muchas gracias por tu entrada 🙂

  13. alexandros dijo:

    Genial,!!! por fin encontré alguien que con fáciles argumentos me permitirá transmitir a mis alumnos tantas verdades. Pido licencia de uso y propagación.

  14. Celia dijo:

    Me ha encantado tu artículo, pienso exactamente lo mismo.
    Muchos compañeros de ciencias me dicen: ¿para que estudias latín y griego si ya nadie las utiliza? y yo les contesto, para entender muchas palabras sin necesidad del diccionario, para tener una cierta cultura, etc. Pero nunca sé como contestarles y dejarles convencidos, ahora ya lo sé.

  15. Miguel dijo:

    Definitivamente tienes razón, el latín y el griego nos recuerdan además que estudiar es el alimento del alma

  16. Sebastián González Nallar dijo:

    Me encantó, en algunos lineas te quedas completamente detenido al analizar la verdadera identidad y composición de las palabras de nuestro lenguaje.

    Los ejemplos son muy ciertos, el no tener que acudir a un diccionario o el simple hecho de poder leer un artículo científico y a la vez enterder el verdadero significado de su mensaje, es increible.
    Felicidades, espero compartirlo muy pronto con gente que esté *desinformada en el tema.

    *Desinformada: Des, proveniente del latin, indica negación o sentido contrario.

  17. Jorge David dijo:

    Excelente!!!

    • María EEHH dijo:

      ¡Me alegra que te guste! Lo escribí hace unos cuantos añitos…Ahora estoy en la Universidad, estudiando Filología Hispánica. Y el latín me ha servido para tanto…

  18. maría sol dijo:

    Hola María soy estudiante de 5 año de la secundaria , estuve investigando para saber que carrera de la universidad seguir y me encanta la filosofía pero mis padres dicen que no me va a dar de comer etc pero a mi me encanta , nose que hacer y me gustaría tu opinión

    • María EEHH dijo:

      ¡Hola, María! Pues verás, aunque tus padres no lo crean, la Filosofía tiene más salidas que la docencia o dedicarte al malcomer. Por ejemplo, y descartando la digna opción de la docencia, podrías acabar como Asesor en comportamiento político, Técnico en gestión del conocimiento, Técnico en métodos y tiempos de trabajo, Técnico en logística, Investigador, etc. Y los lugares en los que puedes trabajar van desde academias, hasta institutos, universidades, asociaciones culturales, bibliotecas, centros de acogida, sedes de partidos políticos, centros de integración social, editoriales, recursos humanos, gabinetes de prensa, prensa escrita…Tiene muchas posibilidades, siempre y cuando estés cualificado, ¿no crees?

      Deberías seguir más tus convicciones y no dejar que guíen tu vida. Eres tú la que decide sobre tu futuro. Ahora mismo, tal y como estamos en España, ni un ingeniero encuentra trabajo. Yo soy partidaria de que estudies lo que te guste, si no, vas a vivir amargada.

      Un beso.

  19. Rocio dijo:

    Buena reflexion,aqui en mi ciudad no se enseña latín ni griego,pero descarge algunos libros en pdf y estoy estudiando por mi cuenta,me gusto leer tu punto vista,gracias 🙂

  20. Juan dijo:

    Felicidades por este artículo, a pesar que son de años atrás; quedará en mi mente muchas cosas valiosas para seguirme formando y de seguro para muchos más.

    • María EEHH dijo:

      ¡Hola, Juan! Muchísimas gracias por tu opinión. Hace apenas un día que decidí escribir una nueva entrada en el blog. ¡Hace ya casi cinco años que escribí ese artículo! Y pensar que solo estaba en 2º de Bachillerato… Espero que sigas formándote y que, sobre todo, vayas conociéndote a ti mismo durante el camino.
      ¡Saludos!

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